OCTUBRE 2016.- VISITA A AMATRICE ZONA DE TERREMOTO
Sorpresiva visita del papa Francisco a Amatrice, la ciudad más devastada por el terremoto en Italia.-
El pontífice sorprendió a todos al llegar esta mañana a la localidad, recorrer las zonas afectadas y hablar con la población; «¡Coraje, sigamos adelante!», dijo
ROMA.- Lo había prometido y hoy cumplió. A las 9.15 de esta mañana el papa Francisco llegó a Amatrice, una de las localidades golpeadas por el devastador terremoto que el 24 de agosto pasado sacudió el centro de Italia , dejando 300 muertos, más de 5000 personas evacuadas y daños de miles de millones de euros.
Como quería que fuera una visita privada, sin asedio de cámaras y legiones de periodistas, Francisco, que llegó desde el Vaticano en un simple Volkswagen Gol con vidrios oscuros a Amatrice -que queda a 139 kilómetros de Roma, en provincia de Rieti-, sorprendió a todo el mundo con su visita. Acompañado por el obispo de Rieti, Domenico Pompili, ésta comenzó en una escuela prefabricada, construida después del sismo en las afueras del pueblo. La rectora del instituto, así como los niños, se habían enterado poco antes de que llegaría semejante huésped ilustre.
En el Angelus del 28 de agosto pasado, cuatro días después del terremoto, Francisco había asegurado que iría a las zonas afectadas «apenas posible, para llevarles de persona el consuelo de la fe, el abrazo del padre y hermano y el sostén de la esperanza cristiana». En las primeras semanas, evitó visitar el lugar para no molestar las tareas de rescate.
El domingo pasado, en el vuelo de regreso de Azerbaiján, ante una pregunta sobre cuándo iría a las zonas golpeadas por el terremoto -de magnitud 6,2-, el Papa se limitó a decir que le habían dado «tres fechas posibles» entre las cuales elegiría. «Voy a hacer la visita en forma privada, solo, como sacerdote, como obispo, como Papa. Pero solo. Quisiera estar cerca de la gente», adelantó.
Y así fue. En el Vaticano, de hecho, la consigna fue el silencio. E incluso los obispos de la zona fueron informados de la visita-sorpresa esta mañana.
Recién salido de la escuela prefabricada con la que comenzó la visita -donde abrazó y estrechó manos de niños y adolescentes-, el Papa habló con un micrófono que le alcanzó un auto de la protección civil. «Sentí que tenía que venir hasta acá desde el primer momento. Estoy aquí para estar cerca de ustedes. Coraje, sigamos adelante», alentó.
En medio de la conmoción y alegría de la gente del lugar, que perdió sus casas y que vive en las denominadas «tendópoli», es decir, campamentos levantados por Defensa Civil, el Papa también recitó un Ave María. «¡Gracias por la fuerza que nos das!», gritó una persona, mientras una señora lloraba. «No vine antes para no crear problemas teniendo en cuenta sus condiciones. No quería molestar», dijo el Papa a los damnificados.
En Amatrice, localidad famosa por la pasta «alla amatriciana», perdieron la vida muchísimos niños que se encontraban de vacaciones con sus abuelos. El terremoto tuvo lugar poco después de las tres de la mañana, cuando todos estaban durmiendo.
Luego de visitar la escuela prefabricada -construida por la provincia de Trento a la velocidad de la luz después del terremoto-, el Papa se trasladó a la denominada «zona roja», el centro devastado de Amatrice donde sólo pueden ingresar bomberos y rescatistas. Allí, como quería, rezó en silencio, solo, ante los escombros.